Aunque el hombre y la mujer son iguales en relación a Cristo, las Escrituras asignan papeles específicos para cada uno dentro del matrimonio. El esposo debe asumir el liderazgo en la casa (1 Corintios 11:3; Efesios 5:23). Este liderazgo no debe ser dictatorial, condescendiente, o de superioridad hacia la esposa, sino debe ser de acuerdo con el ejemplo de Cristo como cabeza de la iglesia. “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra.” (Efesios 5:25-26). Cristo amó a la iglesia (su pueblo) con compasión, misericordia, perdón, respeto y sin egoísmo; de la misma manera, los esposos deben amar a sus esposas.
Las esposas deben estar sujetas a la autoridad de sus esposos. “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es Su cuerpo y Él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Efesios 5:22-24). El sometimiento no es solo responsabilidad de las mujeres que tienen esposos cristianos. Jamás debemos someternos a nuestros esposos si ello requiere desobedecer a Dios; la relación que tenemos con el Señor es la más importante (Deuteronomio 6:5). Pero el predicarles, insistirles, quejarse, y rehusarse a servirles, sólo alejará al marido incrédulo aún más de Dios. En cambio, al mostrar a su esposo el amor de Cristo, a través de un comportamiento piadoso al servirle y amarle, le dará un excelente ejemplo de cómo Cristo sirvió y amó a la iglesia. Si una mujer cristiana tiene un esposo incrédulo, no debe dejarlo si él consiente en quedarse con ella. Y si un esposo cristiano tiene una esposa no creyente, él no debe abandonarla si ella quiere permanecer con él. Pero si el incrédulo se separa, está bien dejar que se vaya. (1 Corintios 7:2-15).
Aunque las mujeres deben sujetarse a sus esposos, la Biblia también les dice a los hombres varias veces, cómo deben tratar a sus esposas. El esposo no debe asumir el papel de dictador, sino mostrar respeto por su esposa así como por sus opiniones. “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida,...” (Efesios 5:28-29). “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” (Efesios 5:33). “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.” (Colosenses 3:18-19). “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Pedro 3:7). De acuerdo a estos versos, podemos ver que el amor y el respeto caracterizan los papeles tanto de esposos como de esposas. Si están presentes la autoridad, el liderazgo, el amor y la sujeción, no habrá problema para ninguno de los dos.
Respecto a la división de responsabilidades en el hogar, la Biblia instruye a los esposos a proveer para sus familias. Esto significa que él trabaje y gane el suficiente dinero para cubrir todas las necesidades de vida de su esposa e hijos. El fracasar en ello, definitivamente tiene consecuencias espirituales. “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (1 Timoteo 5:8). Un incrédulo es alguien que no es creyente. Así que un hombre que no se esfuerza por proveer para su familia, no puede llamarse un cristiano. Esto no significa que la mujer no pueda ayudarle al mantenimiento de la familia – Proverbios 31 demuestra que una esposa piadosa seguramente puede hacerlo. Pero proveer para la familia no es su responsabilidad primaria como esposa – es de su esposo - mientras que un esposo debe ayudar con los hijos y con los quehaceres de la casa (cumpliendo así su deber de amar a su esposa). Proverbios 31 también deja en claro que el hogar debe ser la responsabilidad y el área de influencia más importante de la mujer. Nótese que la administración de sus bienes, no la exime de preparar la comida y hacer ropa para su familia (vv. 13-24). Aún si ella tenga que acostarse tarde, y levantarse temprano, su familia deberá estar bien atendida. Este no es un estilo de vida fácil para muchas mujeres – especialmente en los prósperos países occidentales – y demasiadas mujeres viven estresadas y presionadas hasta su límite, por tratar de hacerlo todo. Cuando esto ocurre, el esposo y la esposa deben reordenar piadosamente sus prioridades y seguir las instrucciones bíblicas sobre sus obligaciones.
Los conflictos respecto a la división de trabajos en un matrimonio son fáciles de surgir, pero si ambas partes se someten a Cristo, estos conflictos serán mínimos. Si una pareja encuentra que sus discusiones sobre este punto son frecuentes y con rencor, o parecen caracterizar su matrimonio, el problema es de índole espiritual, y como pareja deben re-comprometerse entre ellos mismos a orar y sujetarse primeramente a Cristo, luego uno al otro en actitud de amor y respeto.
FUENTE: gotquestions.org/Espanol
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