PARTE I
Lo falaz del pensamiento marxista reside en ver la historia como una sucesión de etapas que inevitablemente conducirían a la construcción del socialismo y del comunismo. Inequívocamente lo que se llama socialismo es un desarrollo del pensamiento de Carlos Marx y de Federico Engels. Fueron ellos quienes le confirieron sustrato conceptual a la doctrina socialista que hasta ellos no pasaba de ser una mera especulación o curiosidad. Marx y Engels la transformaron en una fuerza política, lista para conquistar al mundo. Pero partiendo de premisas tan cautivantes como falsas.
Además de falsas, la aplicación que de ellas se deriva para la construcción del socialismo es absolutamente inviable. Lo falaz del pensamiento marxista reside en ver la historia como una sucesión de etapas que inevitablemente conducirían a la construcción del socialismo y del comunismo. Nunca pensó Marx que del socialismo se podría saltar de nuevo al capitalismo como efectivamente ocurrió en la desaparecida Unión Soviética y sucede actualmente en China. En el famoso Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, Marx lo resumió de esta manera: "Ninguna formación social desaparece hasta que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua".
Un tema que no alcanzó ni podía ver Marx fue que el capitalismo es un sistema económico, que al tener como fundamento la iniciativa personal, siempre se está renovando e innovando y en cada ciclo histórico es diferente.
• La Ley Natural
Ese determinismo histórico llevó a Marx, en el Prólogo de la primera edición de El Capital a hablar de una supuesta "ley natural" escrita en piedra conforme la cual se determina el nacimiento y extinción del capitalismo. Nadie todavía ha descifrado el contenido de esa ley ni lo podrá hacer, sencillamente porque esa ley no existe, fue una conjetura jamás verificada. Nótese el absurdo de Marx cuando analiza la evolución histórica: "Aunque una sociedad haya encontrado el rastro de la ley natural con arreglo a la cual se mueve (...), jamás podrá saltar ni descartar por decreto las fases naturales de su desarrollo. Podrá únicamente acortar y mitigar los dolores del parto".
Sin embargo, donde está el equívoco fundamental de Marx es en la base conceptual que emplea para analizar la economía. Parte él del concepto de mercancía para argumentar que el intercambio entre dos mercancías ocurre por la cantidad de trabajo contenidos en ellas y además que valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo. Para ser rigurosos, en el primer tomo de El Capital, afirma Marx: "Por consiguiente, lo que determina la magnitud de valor de un objeto no es más que la cantidad de trabajo socialmente necesario, o sea el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción".
Grave y fundamental error. Lo es porque parte de una definición de mercancía que se ajusta al resultado que él quiere obtener. Es decir, hay mercancías que no son producto del trabajo humano. Como afirma el economista austríaco, Eugene Bohm Bawerk, el método que permite a Marx arribar a su conclusión es similar a aquel de alguien que quiere obtener una bola blanca y toma una al azar de un envase que solamente contiene bolas blancas. Evidentemente, si la mercancía se define como fruto del trabajo, el intercambio sucede por el trabajo como elemento común. Como se ve, se trata de un razonamiento circular.
• La Premisa Falsa
A partir de esa teoría del valor marxista se construye la explicación que deriva en el socialismo como sistema político. Claro, a partir de una premisa falsa no se puede edificar sino una propuesta igualmente falsa. Lo que viene después del razonamiento marxista acerca del valor es una cadena de equivocaciones, cada una peor que la anterior. Construye Marx tres grandes tesis, ninguna de las cuales se verificó. La primera, la "ley" de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la segunda, la de la proletarización creciente de la sociedad y la tercera, la "ley" de la crisis del desarrollo del capitalismo. Por respeto al público lector, se enuncian esas tesis, aunque ellas carecen de todo sentido. Con relación a la primera, según Marx el capitalismo lleva a su propia destrucción porque se mina la base de la ganancia. ¿Cómo? Al sustituirse el trabajo humano por la máquina se liquida al único factor que crea valor y ganancia. No hay en ningún lugar evidencia de que la tasa de ganancia ha tendido a declinar sostenidamente. En algunos sectores ha ocurrido pero en otras ramas de la economía ha propendido a aumentar y la prueba está en el sector tecnológico. Por tanto, una supuesta ley que carezca de generalidad no se puede invocar como ley. Tampoco previó Marx, el extraordinario desarrollo de la productividad del trabajo.
Con relación a la proletarización creciente de la sociedad, ello quiere decir que con el desarrollo del capitalismo, la sociedad se polarizaría en dos clases, exclusivamente, los burgueses y los proletarios. Semejante absurdo. Lo que se ha observado en el mundo es una amplia y variada gama de capas medias que no entran en la dicotomía marxista. Inclusive los pequeños propietarios en muchos países desarrollados superan con creces lo que estrictamente se pueden llamar proletarios. Por eso la revolución es imposible como la pensó Marx, porque el proletariado es una clase socialmente minoritaria. Respecto a la recurrencia de las crisis del capitalismo, ello no es la base de la revolución sino más bien el principio para que el sistema avance, por eso después de cada episodio de crisis el capitalismo es otro, distinto del anterior. De la gran depresión de 1929, la economía salió fortalecida y algo parecido está pasando con la caída de los mercados financieros en 2008. Adicionalmente, las crisis se han ido alejando, en vista de los mecanismos reguladores y del arsenal que la política fiscal, monetaria y cambiaria penen a la mano de quienes dirigen las economías de mercado.
PARTE II
Hay un vínculo indisoluble entre socialismo, comunismo y dictadura. Por más que se quiera buscar subterfugios lingüísticos el curso del pensamiento de Marx lleva a concluir que poco le importaban las formas de gobierno. En el artículo anterior se evidenció la falacia del pensamiento marxista en lo relativo a su concepción fundamental: la teoría del valor de las mercancías y la imposibilidad de la revolución socialista, tal como Marx la concibió a mediados del siglo XIX. Aquella idea de Marx, según la cual el capitalismo en su desarrollo creaba dos clases sociales, burgueses y proletarios, y que a partir de allí, estos últimos inevitablemente tomarían el poder político por su condición de clase mayoritaria, no solamente fue un absurdo teórico sino también histórico en la medida en que la sociedad se hizo extraordinariamente más compleja que la simple división entre dos clases. Conviene apuntar otro elemento.
Marx visualizó el socialismo como un hecho a realizarse en países desarrollados, principalmente en Inglaterra y Alemania y por esa razón fue que justificó que Estados Unidos se expandiera y tomara parte de México, para llevar a ese país la civilización capitalista, base ulterior para la conquista del socialismo. Por ser un hecho de los países capitalistas avanzados el socialismo, según Marx, se materializaría indefectiblemente donde el progreso económico había creado las condiciones para el desarrollo de las fuerzas productivas. Craso error, porque mientras más desarrollado es el país menos necesario es el socialismo porque ya la clase trabajadora ha logrado condiciones de vida y trabajo suficientemente elevados que hacen innecesario el socialismo, tal como sucedió en todas las economía hoy llamadas desarrolladas. Nadie en su sano juicio hoy pensaría que sería factible o posible una explosión revolucionaria en Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia o Suiza. Por tanto, el grado de desarrollo de la economía no es una condición para el socialismo sino exactamente todo lo contrario, la fuerza que lo impide, como en lo hechos se constató.
• Dictadura contra Democracia
Hay un vínculo indisoluble entre socialismo, comunismo y dictadura. Por más que se quiera buscar subterfugios lingüísticos con las traducciones del alemán de textos de Marx, el curso de su pensamiento lleva a concluir que poco le importaba las formas de gobierno y de allí su desprecio por la democracia. Marx creía en la dictadura como instrumento para gobernar en una etapa de la sociedad y además lo dijo de forma abierta y clara cuando joven y cuando ya su vida expiraba. En el Manifiesto Comunista, escrito por Marx y Engels entre diciembre de 1847 y enero de 1848, ellos elaboraron sobre lo que debería ser la toma del poder y su consecuente forma política: "El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando, gradualmente a la burguesía todo el capital para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir en manos del proletariado organizado como clase dominante...".
Seguidamente, Marx y Engels clarifican todavía más su visión del cambio político: "Esto, naturalmente, no podría cumplirse al principio más que por una violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas...". Puede alguien decir que esto corresponde a un Marx joven. Unos años más tarde, en carta a Joseph Weydemeyer, el 5 de marzo de 1852, Marx hace explícito el resultado de sus investigaciones y su consecuente conclusión política: "Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar:
1) Que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción.
2) Que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado.
3) Que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases".
• La Visión de Marx
Ya en las postrimerías de su vida en un texto fundamental, Marx deja sentado lo que fue el principio que guió al movimiento comunista internacional en el diseño de gobiernos dictatoriales. En las Glosas Marginales al programa del Partido Obrero Alemán, escritas a comienzos de 1875, conocidas como Crítica al programa de Gotha, afirmó Marx: "Cabe entonces preguntarse: ¿qué transformación sufrirá el Estado en la sociedad comunista? Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media un período de transformación revolucionaria de la primera a la segunda. A este período corresponde también un período político de transición cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado".
Esa visión dictatorial de Marx se le atribuye a la valoración que él hizo de la Revolución Francesa con su carga de jacobinismo durante la etapa del Reinado del Terror (1793 - 1794), que siguió a la del Directorio. El descontento del pueblo por la crisis económica originada en la inestabilidad política y las guerra con Prusia que se sucedieron tras la revolución hizo que los sectores populares, los descamisados (sans-culottes), y los jacobinos se alzaran contra el gobierno, lo que llevó a un golpe de Estado por parte de éstos últimos quienes no obstante la represión, pusieron en práctica medidas democráticas mediante una nueva constitución que instituyó el sufragio universal. Dirigido por Robespierre, el Comité de Salud Pública fue la cara visible de ese período al ser el terror en los hechos la forma que adquirió el gobierno jacobinista contra los sectores moderados y liberales que participaron en la Revolución, aunque para ello contó con la aprobación de la Asamblea Nacional. Por esa razón todos los gobiernos inspirados en el marxismo degeneraron en dictaduras.
PARTE III
Una vez disuelta la Asamblea Constituyente que el mismo Lenin había propugnado, mediante una especie de golpe de Estado se instaura un gobierno totalitario. El socialismo triunfó en Rusia en octubre de 1917, un país atrasado, contrario a lo que había pronosticado Carlos Marx. Dirigida por Vladimir Illich Lenin y Lev Davidovich Bronstein, conocido como León Trotsky, la empobrecida nación de los zares Romanov da un salto quántico hacia el socialismo, pero en un contexto muy especial. A partir de enero de 1918, una vez disuelta la Asamblea Constituyente que el mismo Lenin había propugnado y donde el partido bolchevique estaba en minoría pues había obtenido solamente una cuarta parte de los votos, mediante una especie de golpe de Estado se instaura un gobierno totalitario, donde el gobierno se apodera de todos los espacios económicos y políticos de Rusia. Karl Kaustky, ideólogo socialdemócrata alemán, tuvo la agudeza de ver oportunamente la deriva despótica del gobierno dirigido por Lenin. Dijo Kaustky: "Sobre las ruinas de la democracia, por la cual Lenin luchó hasta 1917, él erigió su poder. Sobre esas ruinas estableció una nueva maquinaria militar-burocrática de un Estado autocrático. Ahora tenía en sus manos todos los instrumentos de represión que había usado el zarismo, agregándole los de opresión que los capitalistas habían empleado contra los siervos. Lenin tenía bajo su control todos los medios de producción, utilizando la fuerza del gobierno para erigir su sistema de capitalismo de Estado".
• La Practica Totalitaria
El experimento ruso dio lugar a lo que luego se llamaría el comunismo, denominado así por Kaustky para designar la práctica totalitaria inaugurada por Lenin y seguida por quienes detentaron el poder en Rusia, y que consistió en la hegemonía del Estado sobre el individuo y la sociedad, la cancelación de la propiedad privada, el control del partido comunista sobre todas las instituciones, entre otros elementos. Todo esto lo concibió Lenin, quien creyó firmemente en la dictadura como fórmula de gobierno, primero para someter a la burguesía, luego para barrer a quienes en el partido se le oponían y finalmente para perpetuarse en el poder. No por casualidad todos los jefes rusos o soviéticos del partido comunista se murieron atornillados al poder. La práctica del socialismo leninista la siguió Josef Stalin al pie de la letra. Lo primero que hizo este georgiano fue liquidar a toda la dirigencia bolchevique que había hecho la revolución, acusándola de traidores, en juicios sumarios. Así, fueron asesinados, Zinoviev, Kamenev, Bujarin, Radek, entre otros dirigentes.
A Trotsky, radicado en México lo asesinó por encargo Ramón Mercader con la colaboración del dirigente sindical Vicente Lombardo Toledano y el pintor David Alfredo Siqueiros. Con Stalin viene la implantación del verdadero socialismo real. El paradigma socialista que se inaugura adquirió las siguientes características. Primero, se trató de un esquema político basado en el control omnímodo del poder por parte de una burocracia estatal, que determinaba todas las esferas de la vida humana, desde la cultura hasta la participación política de los ciudadanos en los asuntos nacionales. Esa burocracia en el poder decidía acerca del teatro que se permitía, la educación que se impartía, lo que se leía, lo que se veía en televisión, lo que se escuchaba en la radio, sobre quién podía salir y permanecer en el país e incluso sobre las relaciones personales. Hasta en los asuntos más privados del ser humano, tales como sus creencias o no en un ente trascendente, influían las directrices del Partido Comunista o Socialista en el poder, al establecer al marxismo-leninismo como una religión oficial. Con ello surgió el culto a la personalidad del líder, a quien catalogaban como único e imprescindible. Los retratos de Stalin colgaban en escuelas, hospitales y cuarteles.
• Eliminación de la Propiedad Privada
Segundo, la organización y manejo de la economía se basaron en el control burocrático según la planificación central. La propiedad privada fue eliminada y todos los medios de producción y distribución de los bienes fueron asumidos por el Estado. Mientras que los ciudadanos comunes vivían en un mundo de privaciones y escasez, la dirigencia política en el poder recibía ingresos efectivos que la asimilaba a una clase capitalista. El crecimiento económico que experimentó la economía soviética, que en los números fríos se asemejaba al de Estados Unidos, se debió fundamentalmente a una sobreacumulación de capital, producto de las restricciones al consumo, especialmente de alimentos, como consecuencia del establecimiento de un esquema de racionamiento impuesto a la sociedad, situación que liberaba recursos de manera obligatoria para la inversión, principalmente en la industria armamentista.
Mientras se acumulaba capital, el crecimiento de la productividad era virtualmente cero. Tercero, la Unión Soviética adquirió fisonomía imperialista. Aparte del dominio al interior de sus países, tempranamente, el Partido Comunista Soviético (PCUS), impuso su línea política a través de la III Internacional al resto de los partidos comunistas del mundo y el caso de América Latina y Venezuela no fue diferente. Los partidos comunistas del mundo, como el caso del PCV en Venezuela y PCC en Cuba, eran especies de oficinas consulares de Moscú. Cuando el liderazgo de algún país mantenía una posición más independiente respecto a la Unión Soviética, la invasión era la respuesta, como se evidenció en los casos de Hungría y Checoslovaquia. Por ser un apéndice de la Unión Soviética, Fidel Castro apoyó la invasión a Checoslovaquia en 1968. Hugo Chávez tiene una visión del socialismo, aunque confusa ideológicamente, muy parecida a la que fracasó en la Unión Soviética, de allí su idolatría hacia los hermanos Castro, la quintaesencia del stalinismo en América Latina.
PARTE IV
En tanto el mundo daba la espalda a una concepción marxista-leninista-estalinista, Chávez y su partido tratan de rescatar las cenizas insepultas de esa ideología. Habiendo quedado establecidas de forma contundente las incoherencias del socialismo marxista, sus debilidades conceptuales e inviabilidad práctica, surge inevitablemente la pregunta sobre el tipo de socialismo que se procura construir en Venezuela, si eso en realidad es una decisión firme del gobierno, como parece. Para ello resulta aconsejable dar un recorrido inicial, por lo que se puede desglosar como el pensamiento de Hugo Chávez, único líder de este proceso al tiempo que voz indiscutida. Faena difícil ésta la de hallar trazos de un pensamiento doctrinario estructurado cuando no hay una obra escrita sino fragmentos de discursos, los cuales resultan de algún modo contradictorios e improvisados. Es criterio firme de quien escribe que el bolivarianismo fue usado como una especie de carnada para ganar apoyo en cuadros de unas Fuerzas Armadas descontentas, desde finales de los ochenta por el declive económico y social de Venezuela y por la exacerbación de la corrupción.
Hasta ahora la versión más autorizada acerca del pensamiento de Hugo Chávez es la que conforma una serie de entrevistas sistemáticas realizadas entre 1995 y 1998, que posteriormente compiló en el libro Habla el comandante el profesor Agustín Blanco Muñoz en 1998, en el cual el entonces candidato presidencial Hugo Chávez delineó criterios que hoy son valorados como las nociones primigenias de lo que después sería la postura ideológica de una organización política de corte nacionalista-bolivariano, cuya plataforma política sería el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR 200) y luego por el Movimiento Quinta República (MVR). En el documento "Proyecto Nacional `Simón Bolívar’. Orientación Filosófico Política", elaborado por el MBR 200, quedó clara la orientación de ese movimiento político: "Existe entonces, compatriotas, una sola y poderosa razón: el proyecto político de Simón Rodríguez (El maestro), Simón Bolívar (El líder) y Ezequiel Zamora (El guerrero); referencia verdaderamente válida y pertinente con el carácter socio-histórico del ser venezolano...".
• La influencia de Ceresole
Luego vino la influencia de Norberto Ceresole sobre Hugo Chávez con sus cuatro principios, a saber: la preeminencia del líder único y su relación directa, sin intermediarios, con el pueblo; el papel primordial de la fuerza armada, el nacionalismo y la integración física de Sur América. Sin embargo, para ese tiempo, 1997 - 1998, el pensamiento de Hugo Chávez era una especie de menjurje ideológico.
Véase este par de citas, tomadas del libro de Blanco Muñoz.
Refiriéndose al planteamiento del primer ministro inglés Tony Blair, sobre la tercera vía, dijo Chávez en 1998: "En esa misma dirección avanza también el presidente Clinton, me inscribo en ella y seguiremos estudiándola. Capitalismo, sí pero que se aleje de los extremos.
Por eso decimos `humanista’". Y esta otra: "Nosotros, el Movimiento Bolivariano, yo, Hugo Chávez, no soy marxista pero no soy antimarxista.
No soy comunista, pero no soy anticomunista. (...) hay que ir más allá del marxismo. (...) no es él la solución, especialmente para nuestros países, para estas condiciones, donde yo creo que no hay vestigio de clase obrera".
Como se ve hay una especie de mezcla indigesta de bolivarianismo, fascismo ceresoliano y tercera vía socialdemócrata.
• El Marxismo
Chávez empieza virar hacia el marxismo cuando ya ha consolidado su poder, ganado apoyo y unificado sus fuerzas. Lo hace a partir de la visión más retrógrada y atrasada del marxismo, es decir, tomando como referente lo que ya todo el mundo había descartado: el modelo soviéticocubano. Como quien resulta iluminado por un arcángel, Chávez cayó arrullado en los brazos del mejor representante del estalinismo en América: Fidel Castro. Es un caso muy curioso, en tanto el mundo daba la espalda a una concepción marxista-leninista-estalinista, Chávez y su partido tratan de rescatar las cenizas insepultas de esa ideología. Por esta razón el socialismo del siglo XXI no es otra cosa que el intento por rescatar lo que fue el socialismo soviético y su anclaje latino en Cuba, con un aditamento que lo hace aún más exótico: el bolivarianismo porque Bolívar y sus ideas es lo que más tiene respaldo entre los venezolanos.
De esta manera, la combinación no puede ser más absurda, por una parte, el marxismo de inspiración soviética y por la otra, el bolivarianismo que, aunque no es una doctrina nítidamente definida, se basa ante todo en el pensamiento del liberalismo tanto político como económico. Sin embargo, el experimento venezolano ha dado lugar a otras interpretaciones, la de aquellos que le añaden el cognomento fascista y pareciera no faltar razón. La exacerbación del nacionalismo, el endiosamiento del líder único, la militarización de la sociedad, la constitución de bandas armadas desde el Estado, la exclusión y segregación por razones políticas y la división política del país entre amigo-enemigo, configuran ciertas características que permiten pensar que hay elementos en Venezuela de lo que representó la tragedia nazifascista. Así, lo que se denomina socialismo del siglo XXI y que se intenta presentar como un esfuerzo por avanzar en una nueva dirección, ha degenerado simplemente en una caricatura de los episodios infaustos de lo que fue el socialismo marxista y que sin atenuantes fracasó donde se ensayó.
Nada nuevo pues. Por esa razón Raúl Castro, el heredero del poder cubano, dijo recientemente que "Venezuela y Cuba son cada día la misma cosa".
Por: Economista José Guerra
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