¿De donde sacan que el fruto prohibido era la manzana?
De acuerdo con la obra Plants of the Bible, de H. N. Moldenke, esta idea “se debió, sin duda, a la influencia de los artistas de la Edad Media y el Renacimiento, quienes así la representaron”. Por ejemplo, respecto a la famosa pintura El jardín del paraíso, de Peter Paul Rubens (1577-1640), que ahora se encuentra en la galería de La Haya, Moldenke dijo: “El fruto que está en el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, en cuyas ramas está enrollada la serpiente, parece definitivamente ser manzanas. Esta pintura es probablemente una de las fuentes a las que debemos la idea errónea que se sostiene generalmente de que la manzana sea una planta mencionada en la Biblia”. Con relación a la pintura Adán y Eva por el pintor alemán de la corte Lucas Cranach, llamado el Viejo (1472-1553), en la que se representa la manzana, Moldenke comentó que a los pintores del Renacimiento “les encantaba mantener su derecho de depender de su imaginación cuando se les antojaba hacerlo”. Otros artistas de la época, como Tintoreto y Tiziano, hicieron lo mismo en sus pinturas sobre el mismo tema.
Pero el primero en expresar la idea por escrito fue probablemente el famoso poeta inglés John Milton. En su obra El paraíso perdido (1667), Milton escribió lo siguiente sobre la tentación que la serpiente le presentó a Eva:
“Cierto día, al estar vagando por el campo, subí
a un árbol bueno que había de mirarse desde lejos,
lleno de fruta de una combinación de colores sumamente hermosos,
rojizos y dorados.
Para satisfacer mi vehemente deseo
de probar aquellas excelentes Manzanas, resolví
no tardar; el hambre y la sed a la misma vez—
capaces de persuadir enérgicamente—se apresuraron ante la fragancia
de aquella fruta tentadora, y me instaron con entusiasmo”.
Así, no es de la Palabra de Dios, la Biblia, sino de la imaginación extravagante, y aun descaminada, de artistas y poetas que ha surgido uno de los mitos más populares de la cristiandad. ¿De qué fruto se trataba? La Biblia simplemente no lo dice, pues el punto vital no es el fruto mismo, sino la desobediencia del hombre. (Romanos 5:12.)
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